Desde sus orígenes, los museos han sido concebidos como depósitos de memoria al servicio del poder imperante. De esta forma, las colecciones históricas y arqueológicas han creado una identidad colectiva desde una posición androcéntrica, elitista y occidental. Tras la creación del patrimonio público durante la Revolución Francesa, estos espacios sirvieron para educar a la ciudadanía en los valores del poder, por lo que el patrimonio de las mujeres, las minorías, otros géneros y la infancia no tuvo cabida en ellos.
Con esta obra se plantea reflexionar sobre las identidades y representaciones de género desarrolladas en forma de discursos patrimoniales. Se analiza su evolución dentro del contexto occidental y europeo para comprobar cómo, pese a la evolución teórica y práctica, los discursos siguen siendo androcéntricos. Este relato nos acerca a las fórmulas con las que el feminismo ha tratado de introducir el género dentro de los equipamientos museísticos, desde las sufragistas inglesas de finales del siglo xix, el feminismo radical de los años setenta del siglo xx, hasta la teoría queer y la cuarta ola del feminismo actual.