Lo que Wind comprende
y disfruta es nuestro continuo poder para reproducir en nosotros el estado
mental del artista y su amor por todos los aspectos de su invención: su
ficción y su realidad. El arte requiere una conciencia dual, o más bien
subraya como ninguna otra cosa el hecho de que nuestra sensibilidad más
profunda e importante y nuestros poderes de respuesta son duales, que
necesitan la ficción como verdad y la verdad como ficción, ser conmovidos e
inconmovibles, participar en la creación del dolor y del éxtasis, de lo
familiar y lo extraordinario, con pasión pero también con esa neutralidad que
caracteriza al placer inteligente. [...] El espectador debe seguir al artista
en su invención y ser tan versado, curioso y absorto como él. Para Wind la anarquía
no es sinónimo de crudeza o pobreza sino, por el contrario, la extravagancia
natural de la mente humana que apunta a la cumbre de una civilización.
John Bayley