Un paisaje construido en poco más de dos décadas en el que la fuerza formal, expresiva y escultórica, del hormigón iba colonizando centros de negocios, ensanches modernos o áreas de periferia en las ciudades europeas. Escenarios donde edificios de oficinas, iglesias, polígonos de vivienda o construcciones propias del crecimiento metropolitano de aquellos años, como equipamientos o infraestructuras de transporte, testimoniaban el lenguaje formal de la arquitectura brutalista. Un paisaje que la transformación de éxito de Barcelona desde los años ochenta del siglo pasado ha ido modificando, desfigurando e incluso ocultando, y que constituye hoy un patrimonio urbano que este libro propone rescatar, mostrándonos así que desentrañar los ecos del paisaje del pasado nos permite a veces comprender mejor la voz de la ciudad del presente.