El 18 de diciembre de 2005 las agencias de noticias proclamaron al mundo que América del Sur tenía el primer presidente indígena de su historia. Evo Morales, un aymara pobre del altiplano, líder cocalero, incansable luchador sindical y pesadilla del gobierno de Washington había ganado la elección presidencial en Bolivia. «Lo van a matar», fue lo primero que pensaron aquella noche las autoras de este libro. «Así, cuando nos propusimos emprender la aventura de ir a La Paz y entrevistarlo, un sentimiento de extrema urgencia se apoderó de nosotras. No podíamos esperar, debíamos ir sin tardanza, pues para Evo Morales lo que no había era tiempo». «Durante el mes de agosto de 2006 nos recibió casi siempre a las 5 de la mañana. De su voz escuchamos la historia desde la niñez, la lucha interminable y su camino a la presidencia. También nos reunimos con algunos de sus ministros y con miembros de la oposición». Este libro es la semblanza de un hombre que es presidente, pero también de un pueblo y de un país que están cambiando la fisonomía del poder para, en palabras de Evo, «volver a vivir bien. Ese es nuestro primer gran objetivo. Vivir bien no significa vivir mejor, pues si alguien vive mejor quiere decir que otro vive peor».