Esta obra de Kristin Ross es un diálogo entre tres tiempos: las comunas de 1789 y de 1871 en las cuales fue decisiva la transformación espacial y cotidiana por parte del proletariado, las luchas de las décadas de 1960 y 1970 en unas relaciones espacio-temporales ya dominadas por el capitalismo mundializado, y las luchas contemporáneas en las que la disputa por el territorio frente a la voracidad extractiva global es ineludible.
Ross, una de las mejores y más lúcidas conocedoras de la Comuna de París, entronca el pensamiento antiproductivista de Henri Lefebvre o Maria Mies con las luchas de los campesinos japoneses contra el aeropuerto de Sanrizuka, la organización de la autodefensa de los Panteras Negras o la autoorganización zadista en Francia, para apuntar una hipótesis sobre la relación entre comunidad, vida cotidiana y territorio en los conflictos actuales.
La defensa del territorio, la restitución de la tierra, la apropiación de los medios de subsistencia y producción, la composición de las alianzas entre sujetos diferentes y la reconfiguración del tiempo frente al ritmo del capital aparecen aquí como ejes de una tipología de luchas en la que lo local juega un papel fundamental: «Luchar por un lugar determinado no es lo mismo que luchar por una idea. Las demandas, las preocupaciones y las aspiraciones concretadas en el territorio crean una situación política que clama y exige decisiones claras y existenciales».