Este libro habla de las antiguas (y modernas) coacciones que se ocultan en los nuevos medios. Desde una perspectiva profundamente humanista, analiza las insuficiencias de la red mediática, pone de manifiesto cómo los pocos utilizan la economía de señales para explotar a los muchos y enriquecerse a costa de sus carencias cognitivas y afectivas. Su objetivo no es otro que ayudar al ser humano a orientarse en la multiplicidad de medios, pero sin "infomediarios", término con el que se designa a las empresas que median entre consumidores y otras compañías.
Sostiene que el trabajo de los periodistas consiste en suministrar material escrito para que se pueda vender el periódico. O dicho en sus propios términos: "Los periodistas producen material sígnico que penetra en los sentidos, cerebros y sentimientos de otros, estimulándolos o no." Los medios, el tema de este libro, constituyen el mayor factor económico del siglo. De ahí que el primer mandamiento de las redacciones debe ser tomar en consideración el principio económico, decisivo en última instancia.