«En lo más remoto de la China existe un mandarín más rico que todos los reyes que refieren la Fábula o la Historia. Nada conoces de él, ni el nombre, ni el rostro, ni la seda con que se viste. Para que tú heredes sus infinitos caudales, basta que hagas sonar esa campanilla, puesta a tu lado sobre un libro. Él exhalará apenas un suspiro en los confines de Mongolia. Entonces será un cadáver y tú verás a tus pies más oro del que puede soñar la ambición de un avaro. Tú, que me lees y eres un hombre mortal, ¿harás sonar la campanilla?»
Teodoro, un oscuro amanuense de Lisboa, recibe cierta noche en su habitación la visita del demonio, que le propone sellar un pacto siniestro: aniquilar a un mandarín a cambio de obtener todas sus riquezas. A partir de ese momento, su vida se verá inmersa en una aventura prodigiosa donde la fantasía se combina con las más deleitables emociones.
Las estampas del gran artista Alberto Cedrón honran este clásico de las letras portuguesas.