«La modestia de los árboles es infinita.
Cuando la brisa matinal los acaricia,
ellos dejan caer dos hojas tiernas.
Y cuando el vendaval los agrede sin piedad,
endurecen sus ramas como rejas.
Su tronco recobra entonces la solidez
de su origen, y el temporal se aleja,
con lluvia de vencido.»
A través de una prosa sencilla, que Javier Zabala interpreta con singular poesía, Mario Benedetti compone un relato donde la contemplación del mundo ofrece asombros inesperados.