La Revolución Rusa desgarró la trama del tiempo. Lo que nunca debió ocurrir, ocurrió: el primer Estado obrero, un país cuya dinámica era controlada por la clase trabajadora y el campesinado. Bajo esta influencia la idea de que el socialismo era un horizonte posible involucró a millones de seres humanos. De manera sintética y accesible, Vijay Prashad nos acerca al impacto que la Revolución Rusa tuvo como estímulo de los levantamientos anticoloniales posteriores a la Primera Guerra Mundial y al enorme desarrollo que alcanzó el movimiento comunista en Oriente. Recorrer estas páginas es adentrarse en una terra ignota que nos acerca a la historia del segundo Estado socialista del mundo, nada menos que Mongolia, a la influencia de Lenin sobre el Congreso Nacional Indio o a los tempranos intentos de colaboración entre panislamismo y comunismo. El llamado de Zinoviev en Bakú a la guerra santa contra los capitalistas británicos y franceses, la edición por parte de George Padmore de The Negro Worker o el recorrido que llevará a Ho Chi Minh de la fundación del Partido Comunista a la liberación de Vietnam, se entrel