En tiempos como los actuales, en los que la devastación capitalista del ser humano y del medio ambiente ha llegado a niveles desconocidos en la historia, la reflexión sistemática sobre la geopolítica del imperialismo se hace más urgente y necesaria que nunca.
(?) Unas palabras, precisamente, sobre la problemática geopolítica. Se trata de una cuestión que en general la izquierda ha demorado más de lo conveniente en estudiar por una serie de razones que no podemos sino apenas enunciar aquí: concentración en el examen de temas ?nacionales?; visión economicista del sistema internacional y del imperialismo; menosprecio de la geopolítica por la génesis reaccionaria de este pensamiento y por la utilización que de ella hicieron las dictaduras militares latinoamericanas de los años setenta y ochenta del siglo pasado. La generalización del concepto y las teorías de la geopolítica se encuentran en la obra de un geógrafo y general alemán, Karl Ernst Haushofer, quien propuso una visión fuertemente determinista de las relaciones entre espacio y política, y la inevitabilidad de la lucha internacional entre los diferentes Estados para asegurarse lo que, en un concepto de su autoría, calificó como ?espacio vital? (Lebensraum). El desprestigio de esa teorización se relaciona con el hecho de que fue este concepto de Lebensraum el empleado por Hitler para justificar el expansionismo alemán que a la postre culminó con la tragedia de la Segunda Guerra Mundial. Haushofer fundó en 1924 la Revista de Geopolítica (Zeitschrift für Geopolitik) y en 1934 publicó su obra fundamental: El poder y la tierra (Macht und Erde) inspirado en la obra de un geógrafo y político británico, Halfor John Mackinder, quien en 1904 había escrito un muy influyente artículo sobre ?El pivote geográfico de la historia?. El término, en realidad, había sido acuñado en 1899 por un político conservador sueco, geógrafo y profesor de ciencia política: Johan Rudolf Kjellén. De allí pasó a Gran Bretaña y luego a Alemania. En todo caso, como asegura Gearóid Tuathail, su nacimiento tuvo lugar en un momento histórico signado por el predominio del pensamiento imperialista y racista de finales del siglo xix y comienzos del xx. Si hoy reaparece, completamente resignificado en el pensamiento crítico, es porque aporta una perspectiva imprescindible para elaborar una visión crítica del capitalismo en una fase como la actual, signada por el carácter ya global de ese modo de producción, su afiebrada depredación del medio ambiente y las prácticas salvajes de desposesión territorial padecidas por los pueblos en las últimas décadas. No debería sorprendernos entonces que dos de los principales pensadores de nuestro tiempo sean geógrafos marxistas: David Harvey y Milton Santos.4 Es que la política y la lucha de clases, tanto en lo nacional como en lo internacional, no se desenvuelven en el plano de las ideas o la retórica, sino sobre bases territoriales, y el entrelazamiento entre territorio (con los ?bienes públicos o comunes? que los caracterizan), proyectos imperialistas de explotación y desposesión y resistencias populares al despojo requieren inevitablemente un tratamiento en donde el análisis de la geografía y el espacio se articulen con la consideración de los factores económicos, sociales, políticos y militares. En tiempos como los actuales, en los que la devastación capitalista del medio ambiente ha llegado a niveles desconocidos en la historia, una reflexión sistemática sobre la geopolítica del imperialismo es más urgente y necesaria que nunca. Tal como lo recordara el Comandante Fidel Castro en su profética intervención en la Cumbre de la Tierra ?en Río de Janeiro, junio de 1992?, ?una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre?. Confiamos en que este libro se convierta, como lo aconsejaba el joven Marx, en ?un arma de la crítica?, un instrumento que al sensibilizar a los lectores y las lectoras ante estas ominosas realidades impulse a los explotados y los dominados de Nuestra América a involucrarse activamente en la crucial batalla de ideas de nuestro tiempo y asumir el protagonismo necesario para evitar que un sistema tan inhumano como el capitalismo termine sacrificando a la humanidad en el altar de la tasa de ganancia del capital.